
Después del embarazo, es común que nuestro cuerpo no sea el de antes, y la figura que tuvimos en algún momento parezca perdida para siempre.
Pero no hay que alarmarse. La acumulación de grasa, cintura amplia, vientre abultado, muslos gruesos y caderas anchas son consecuencia lógica del embarazo reciente, pero no hay porque pensar que esta condición es permanente. Hasta al año de dar a luz el cuerpo no vuelve a ser el de antes.
Pero no hay que alarmarse. La acumulación de grasa, cintura amplia, vientre abultado, muslos gruesos y caderas anchas son consecuencia lógica del embarazo reciente, pero no hay porque pensar que esta condición es permanente. Hasta al año de dar a luz el cuerpo no vuelve a ser el de antes.
Lo más importante es saber que no hay que matarse de hambre, especialmente si te hayas en período de lactancia, pues el cuerpo requiere de diversos nutrientes para fortalecerse y para producir la leche con la que se alimenta a la nueva vida.
La lactancia por sí misma reduce el peso del cuerpo, pues cada succión provoca una contracción en el útero y además de permitir que éste vuelva a su tamaño original, se produce quema de calorías y se gastan las reservas de grasas en la producción de leche.
Pero para ayudar al proceso y recuperar tu figura, puedes optar por una alimentación equilibrada y ejercicios, aunque debes saber que este proceso es lento, por lo que no puedes pretender quedar totalmente esbelta inmediatamente. Como dijimos es un proceso, y por tu condición no es sano que inicies una dieta rigurosa o extrema.
Debes saber que una alimentación adecuada para este momento y para lucir como si nada hubiera pasado, es fundamental el consumo de azúcar y carbohidratos tales como las papas, el arroz, las pastas y las féculas, ya que colaboran a mantener los niveles de azúcar en la sangre y proporcionan energía. El azúcar debe ser morena o mascabado e ingerirse en pequeñas cantidades, pues esta se absorbe de manera más lenta
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